Para celebrar el Día de la Madre, la profesora pide a Jaimito y al resto de la clase, que hagan una redacción donde aparezca la frase: "madre sólo hay una".
El viernes, todos los alumnos llevan la redacción y la maestra pide a algunos que la lean en voz alta.
- A ver, Luisito, ¿puedes leernos tu redacción?
- Iba yo cabalgando sobre mi potro salvaje cuando de repente se desbocó. Por suerte mi madre me cogió entre sus brazos y me salvó, porque ¡Madre sólo hay una!
La maestra dice:
- Muy bien, Luisito. A ver, María, ¿puedes leernos la tuya?
- El mar estaba muy movido y las enormes olas me hundieron en las profundidades, de repente la mano salvadora de mi madre me llevó a la superficie, porque ¡madre sólo hay una!.
- Muy bien María. A ver Jaimito, ¿nos lees tu redacción?.
- Íbamos mi madre y yo por el seco desierto cuando atisbamos en la lejanía las carpas de un campamento árabe. Sedientos nos acercamos y entramos en una de las tiendas. En ella había una nevera la cual abrí y vi una coca cola que quedaba en el fondo y dije: Se sienteee... madre, ¡sólo hay una!
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