Un matrimonio de mediana edad va de vacaciones a Jerusalen.
Mientras hacían un itinerario por el Monte de los Olivos, el marido falleció.
Al gestionar el entierro, el gerente de la funeraria informa a la viuda:
- Usted tiene la posibilidad de repatriar el cadáver o dejar el cuerpo aquí y que repose para siempre en Tierra Santa.
La viuda se queda pensativa...
Para ver si la ayuda a decidirse, el gerente le comenta:
- Piense que repatriar el cadáver le va a costar unos 5.000 euros, pero si lo enterramos aquí el coste será de unos 300 euros...
Después de un rato más pensando, finalmente la viuda responde:
- Prefiero repatriarlo y enterrarlo en su pueblo natal...
El gerente de la funeraria pregunta asombrado:
- ¿Por qué gastar tanto dinero en repatriar el cadáver cuando hay tantísima gente en el mundo que desearía ser enterrada en una ciudad tan Santa?
A lo que la viuda respondió:
- Hace muchos años, un hombre murió aquí, fue sepultado aquí y, a los tres días, resucitó de entre los muertos…
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